Hay diferentes tipos de actores en el cine. Unos toman facetas inimaginadas y multifacéticas, enfrentándose a personajes muy distintos. Otros por el contrario centran sus desarrollos de manera diferente. Es el caso de Jesse Eisenberg, que tiene un historial de películas donde un personaje casi siempre temeroso de sí mismo, nervioso y algo enclenque, toma las características de sus papeles más conocidos como en La red social (2010), Zombieland (2009), o Zombilabd 2 (2019).

Su director y guionista
Eisenberg, ya hace tiempo mutó de personajes y se ha enfrentado a cosas más exigentes como en Resistance (2020), o en Más fuerte que las bombas (2015), entre otras, sin olvidar su importante recorrido por la comedia delineando sus personajes, y hasta llegar, al parecer al punto de escribir un guion luego de una experiencia personal, siendo él mismo, tomando el rol de director y con la producción de la actriz ganadora del Oscar Emma Stone.
Un dolor real es una road movie que transita en una historia lineal, sencilla y que, al parecer, no tiene un desarrollo notable en su trama, y Eisenberg lo sabe, nunca pretende ser otra cosa, ya que su fuerza radica en otros puntos que van más allá de su narrativa o su cinematografía que ofrece una estética Indie. La cinta la sostienen sus dos protagonistas, David Kaplan (Jesse Eisenberg) y Benji Kaplan (Kieran Culkin), dos primos que se embarcan en un viaje a Polonia tras la muerte de su abuela para ver dónde vivió antes de la II Guerra Mundial y comprender de dónde viene su familia, incorporándose ambos a un tour sobre el Holocausto.

Como se construye
Un punto importante de Un dolor real en la sutil tensión que termina por impulsar la trama desde sus dos personajes, sus diferencias y cómo las emociones hacia el otro se van desenvolviendo con el mundo, que crean las conexiones con ellos mismos y los conflictos internos de sus respectivas vidas, haciendo que salgan a flote sus frustraciones y miedos guardados desde niños.
Un dolor real no entra en el juego de intentar convertir algo triste en algo más triste. Temas fuertes como el Holocausto, solo viven en la pantalla por sí mismos sin hacer referencias más allá de lo que pasó con su difunta abuela, una oportunidad para buscar sus raíces, nutriendo con una peculiar melancolía que se siente en la hora y media de duración de la cinta, melancolía que precisamente le proporciona un clima más que propicio para que los personajes deambulen por sus emociones.
Sin embargo, la falta de la abuela es una excusa para encontrar de nuevo ese afecto que llenaba cada uno de niño, y cómo se convirtió en un fuerte lazo afectivo que finalmente los llenó de razones para emprender el viaje. Es allí, donde está otro de los puntos fuertes de Un dolor real, y es cómo el desarrollo de los dos personajes se va transformando con el reflejo del otro, emprendiendo interesantes cuestionamientos sobre el ser humano actual y en la sociedad en la que convivimos, permeado por una profunda soledad y cómo buscamos hacer parte de ella y al tiempo escapar.
Algo intimo
El guion de la película en su cálida simpleza abarca mucho más de lo que tenía planeado, gracias a un Kieran Culkin que llevó todo a una categoría mayor, con picos emocionales, al mejor estilo de su personaje Roman Roy en la maravillosa serie Succession, pero sin proyectos de vida, sin razones fuertes para vivir consigo mismo, y al parecer, perdiendo el tiempo en la nada. La única diferencia es que el personaje de Román Roy era multimillonario, gracias a ello la sociedad no lo señalaba de ser un bueno para nada.

Es acertado como Eisenberg tomó la canción del compositor polaco Frédéric Chopin con una de sus canciones más emblemáticas como Nocturne No. 2, entregando un clima alentador para lo que está sucediendo, pero al tiempo melancólico, haciendo que sus personajes en cada conflicto descubran algo más del otro y muestren más de la personalidad de cada uno en cada escena.
Que consiguió
Un dolor real nuestra algo tan cotidiano como cercano, mostrando la lucha diaria de cada persona por existir, por buscar una razón para llevarse cada día y ser algo, ser un humano que no recaiga en las emociones negativas y pueda estar en paz consigo mismo y su vida, para no estar persiguiendo sueños alquilados o seguir lineamientos sociales para seguir caminos correctos que luego de unos años van a demostrar infelicidad.
Una película que me permitió darme cuenta de que me acostumbré a cosas que no me gustan, pero, que, por otro lado, muestra que sin duda las emociones que encontramos en la vida y en las personas que queremos, hacen que construyamos las personas que somos, ya sea recogiendo los pedazos por alguna razón o siendo lo suficientemente valientes para querer cambiarlo todo y buscar la mejor razón para ser, estar, explorar y querer. Una experiencia tan personal como el arte. Mírela y experimente las emociones del cine por sí mismo.
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