El director de cine, Lisandro Duque inaugura la Semana Santa con su sexto largometraje, El soborno del cielo, otro aporte para el cine nacional.
Para muchos el suicidio es una forma de poner fin a los problemas, pero lo que pocos imaginan es que luego de quitarse la vida, el difunto deja encartados a sus seres queridos con mil preguntas sin respuesta y una mano de aprietos. Al menos ese es el caso de El soborno del cielo, la más reciente película de Lisandro Duque, donde luego de matarse, Aimer Zapata le complica la vida a su madre, Josefina (Carlota Llano) y a su hermano Alfer (Guillermo García). Todo porque el nuevo párroco del pueblo, interpretado por Germán Jaramillo, se niega a ejecutar los servicios fúnebres del susodicho y exige que trasladen su cuerpo del camposanto al cementerio laico.
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Sin pensarlo dos veces, la familia desacata las órdenes de la iglesia, lo que desemboca en una guerra entre esta y el párroco, quien a pocos días de la Semana Santa, suspende los sacramentos y cierra la capilla hasta nuevo aviso, con el objetivo de manipular a la población en contra de los dolientes. A pesar de la presión de los vecinos, Alfer y Josefina no se echan para atrás y arremeten con una lista que contiene los nombres de los demás suicidas que ha habido en el pueblo y que el anterior párroco había permitido enterrar -sin excepciones- en el cementerio para católicos. ¿Y que cree? ¡Pues se arma tremenda pelotera!
Por ahí dicen que “no hay mejor cura que reírse de uno mismo”, y es precisamente eso a lo que Duque invita, al emplear la comedia para señalar la castración que la Iglesia católica ha ejercido en nuestro país durante tantos años. Asimismo, propone un sello pintoresco que, tanto en el vestuario como en el guión, divaga entre la década de los años sesenta y la actual. Una historia, teñida de humor negro basada en hechos reales que ocurrieron en el pueblo natal del director (Sevilla, Valle) y que, por momentos, remite al trabajo de Almodóvar –especialmente en Volver (2006)- gracias a diálogos cargados de candor y humor fino, y a una propuesta de colores vivos –casi estallados- por parte de la dirección de arte.
Es probable que esta producción no se convierta en un hito para la historia del cine nacional, sin embargo, vale la pena celebrar una película que divertirá a los espectadores por un buen rato; similar a lo que ocurre con una novela que se termina de leer durante una tarde domingo, pero sigue disparando reflexiones a lo largo de toda la semana. Su lanzamiento será el próximo 17 de marzo en todas las sala de cine del país.
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