viernes , marzo 21 2025

El Brutalista: una obra magistral

En el cine, muchas son las formas que buscan sus directores para recrear las sensaciones que las escenas necesitan y así crear las atmósferas necesarias para llevar al espectador a recrear momentos que perduren, ya sea en la memoria de quien los ve, o haciéndolos parte de las narrativas para impulsar la historia y su estética.

El concepto

Una de esas maneras que invaden la pantalla como un personaje silencioso que termina siendo vital en la narrativa, es la arquitectura y sus formas que evocan atmósferas que son capaces de articular sensaciones particulares. Películas como Metrópolis (1927) que con sus imponentes edificios recreo un futuro cercano, hizo de su arquitectura visual, un componente clave de la narrativa y su mensaje.

Películas como Blade Runner (1982) donde la arquitectura monumental y de concepto arquitectónico Brutalista juega un papel clave como en su secuela: Blade Runner 2049 (2017) demuestran que la imagen cuando está íntimamente ligada al concepto de la narrativa, al desarrollo de sus personajes y sus acontecimientos, presentan una sobresaliente concepción, como en El Brutalista (The Brutalist), dirigida por el estadounidense Brady Corbet.

La historia

Huyendo de la Europa de la posguerra, el visionario arquitecto László Toth (Adrien Brody) llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet (Felicity Jones) tras verse obligados a separarse durante la guerra a causa de los cambios de fronteras y regímenes. Solo y en un nuevo país desconocido para él, László se establece en Pensilvania, donde el adinerado y prominente empresario industrial Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce) reconoce su talento para la arquitectura. Pero amasar poder y forjarse un legado tiene su precio.

El director retoma varios elementos clásicos como sostener la narrativa desde el balance de imagen/intención emotiva y concepto/imagen y que cada fotograma sea recreado con un propósito conceptual, alentando la trama y a sus personajes, como desde la presentación de los créditos, que recrean un aspecto clásico como en películas recientes como Los que se quedan (2023) hasta el uso de un prólogo, que desde su inicio presenta un leitmotiv (tema musical dominante y recurrente en una composición) compuesto desde la música original del compositor inglés Daniel Blumberg.

Más interesante fue la manera como la secuencia de créditos es mostrada desde el recorrido de un autobús de la época desde atrás, que se muestran en pantalla en movimiento hacia la izquierda, que refleja el dinamismo del mensaje y lo atractivo que es la imagen desde esos elementos clásicos.

La imagen

El balance entre la concepción de la estética en El Brutalista de parte del director de fotografía Lol Crawley, expuesto en planos abiertos en donde el movimiento dentro del cuadro toma la narrativa y al mismo tiempo, lo convierte en un ejercicio de apreciación mostrando detalles, se convierten en el conductor del primer acto.

Corbet en su interpretación de la época retoma recursos con imágenes rápidas de la industria como lo hizo Francis Ford Coppola en su documental Koyaanisqatsi (1982), siendo riguroso con la imagen, construyendo el concepto Brutalista y simbólico como cuando muestra la Estatua de la Libertad al revés, cuando los migrantes ven por primera vez tierra estadounidense, que propone un mensaje sobre lo que sucederá a continuación y lo que implica llegar a Estados Unidos.

La secuencia

Otro apartado destacable, luego de que la imagen se hace impactante, aparece gracias a la cámara de Crawley, por medio de continuos planos secuencia, como en la presentación del personaje de László Tóth cuando recorre su salida del hoyo y ve por primera vez la tierra de las oportunidades.

La cinta continúa mostrando cómo el personaje de László se amolda a su nueva vida y cómo sus necesidades hacen que tenga otros intereses hasta el punto de desligarse de sí mismo, hasta que se encuentra con un reto que lo hace recordar su talento como arquitecto. Allí es cuando entra el personaje del fantástico Guy Pearce, para mí, el mejor papel de su carrera, interpretando a Van Buren, un adinerado hombre de negocios, que tiene sombras de su papel en Alien: Covenant (2017), llevados a un nivel mayor, gracias a que el personaje destaca por resaltar el poder del dinero y hasta dónde es capaz de someter a las personas.

La duración

El Brutalista es una cinta de 3 horas y 35 minutos que de manera elegante se propone un intermedio, un recurso tan entretenido como llamativo y que, sin duda, retoma ese aire clásico de las películas de antaño, que puede que le sume para disfrutar de mejor manera la cinta. Todo depende del espectador y su nivel de atención.

Una gran dirección

La actuación de todo el elenco, demuestra un gran nivel, haciendo que la película se sostenga desde muchos lugares y esto habla muy bien de la dirección, ya que ninguno desentona en sus respectivos ciclos. Brady Corbet fue cuidadoso en hacer del recorrido de los personajes para que sigan entre las construcciones de algo monumental hecho por el hombre y cómo la naturaleza lo es por sí misma, siempre cuidando de mostrar en escena la escala humana, con respecto a los espacios que habita.

Esta apropiación del espacio puede ser tan incómoda como no pertenecer a ninguna parte, ser un extraño en cada rincón, mensaje constante con la presencia del migrante en tierras desconocidas, que deja el precedente de cómo esta problemática nunca ha terminado y siempre ha existido, solo que hoy en día bajo otros pretextos y con otros intereses políticos y sociales.

 

El migrante como simbolo de resistencia

El abuso de poder por medio del dinero y convertirlo en un bautizo moral para creer que se es capaz de hacer lo que sea, a las personas que sea, habla de una sociedad fragmentada desde hace décadas, que desde las brechas sociales son capaces de violar la individualidad y señalar al foráneo, desarrollando en la segunda mitad de la película una visión xenófoba, tradicional e impositiva de parte de la población estadounidense, como queda dicho en una línea de la película: “este país está lleno de gente loca y enferma”.

Hasta el fin de la cinta el concepto se mantiene, mostrando que las obras Brutalistas del hombre son homenajes a sí mismo, y el precio de ese reconocimiento va más allá de buscar oportunidades en tierras lejanas, donde la crueldad aguarda porque está en todas partes, como muestra el director, pero los procesos históricos del hombre empujaron a ciertas naciones a tener privilegios que evidentemente imponen a otros.

El veredicto

Creo que El Brutalista rescata las nociones de hacer algo meticulosamente, desde la praxis del séptimo arte, desde todos sus aspectos técnicos y estéticos, en la que destacan su nivel actoral, el desarrollo de personajes, el montaje y duración, pero no es perfecta. Si su duración hubiera sido mayor, la veo con gusto gracias a que Corbet logra una sinfonía filmada en un formato llamado VistaVisión, creado por la Paramount como alternativa a los 35 centímetros panorámicos, que tiene como particularidad una profundidad de imagen asombrosa y está presente en películas como Interestelar (2014) o en Lo que el viento se llevó (1939).

Película para disfrutar de un cine asombroso, donde cada detalle está a la altura de su apartado y se materializa con visión. La perfecta candidata a ser la mejor película del año en los premios Oscar. ¡Salud!

 

 

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