En la generación de las secuelas y la extensión de las franquicias, emerge Padinngton, un osito parlante, que fuera encontrado en una estación de tren de Londres, que con ternura, inteligencia y mucho carisma se tomó el corazón de la audiencia.
Su historia en el cine
Padinngton inició sus aventuras en el 2014. Creció en lo profundo de la selva peruana con su tía Lucy, que le inculca el deseo de vivir en Londres. Cuando un terremoto destruye su hogar, Lucy esconde a su sobrino en un barco con destino a Inglaterra para que encuentre una vida mejor.
Allí conoce a la bondadosa familia británica Brown, que lo acoge en su casa, y ese será el eje de las aventuras que el director británico Paul King irá construyendo con inteligencia, con grandes mensajes sobre la amistad, la compasión, las nuevas oportunidades de siempre ser mejor y, sobre todo, de la importancia de la familia en sus primeras dos entregas.
En Paddington en Perú, un debutante en la dirección, el también británico Dougal Wilson, se encontró con el reto de afianzar un personaje carismático, lleno de bondad y nobleza, pues aún no es raro perfilar personajes como este en películas de corte familiar. Padinngton tiene algo que lo diferencia del resto y es su convincente astucia y generosidad frente a cualquier situación.
Sus origenes
En esta tercera entrega, Paddington y la familia Brown visitan a la tía Lucy en Perú, pero un misterio los envía a la selva amazónica y a las montañas peruanas. Desde el inicio la cinta tiene otro tono que, aunque no desentona, va haciendo que pierda su singular vitalidad. A mi parecer, la falta de Paul King en la dirección es notoria en la cinta, y eso se puede apreciar si se tiene la oportunidad de ver Wonka, donde esa vitalidad se hace presente en sus personajes, que brillan sin exageraciones y sin elementos genéricos.
Los personajes son respetados en sus diferentes papeles y sus roles siguen siendo complemento del personaje principal, nutriendo su arco argumental, y aunque la ausencia de Sally Hawkins (Señora Brown) se siente, la actriz Emily Mortimer también lo hace muy bien.
Aventuras para rato
Paddington en Perú saca adelante la franquicia que por un momento parecía dar pistas de un buen final, pero en el mundo de la industria del cine actual, eso es más complicado que encontrar un buen villano, y las aventuras de este carismático personaje parecen seguir adelante para alegría de muchos.
Si bien esta tercera parte no entrega la calidad de las anteriores, que por momentos se vuelve genéricamente familiar, con persecuciones y puntos de giro predecibles y lineales, eso es precisamente lo que distinguía a Paddington de todo lo demás: nunca negaba su naturaleza ni su público, pero no por eso dejaba de ser intrigante, entretenida y entrañable.
Tiene lo necesario
Paddington en Perú cumple, impulsada gracias a un personaje ya consolidado, acompañado por otros que no dejan de tener una gran recordación en su público, capaz de atraer nuevas audiencias gracias a un personaje tan llamativos como La reverenda, a la siempre espectacular Olivia Colman al mejor estilo de La novicia rebelde (1965), y un personaje llamado Hunter Cabot (y antepasados), interpretado por el español Antonio Banderas con una tipología muy conocida por él y su carrera.
Una cinta para todo público que desarrolla mensajes necesarios para los más chicos como el respeto, la confianza hacia la familia, el amor, el respeto por la naturaleza desde las consecuencias de la avaricia, la amistad y algo que siempre está presente sin falta: el interesante desarrollo del concepto de hogar que ha caracterizado a la franquicia. Juzguen ustedes.
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