Hace 15 años que ingresé al trabajo de la gestión cultural pensando en que lo único importante era el fortalecimiento de nuestra cultura y manejarla como una industria para fortalecer con hechos, acciones y dinero al sector.
Por: Antonio Naranjo
En estos años, la industria ha tenido un crecimiento exponencial, con una magnitud tal que su variación en el tiempo es proporcional a su valor, pero los dirigentes del sector, tanto privados como públicos no han logrado ampliar su visión del sector y continúan privilegiando los intereses de los grupos dominantes. Respecto a los privados no tengo mucho que decir, su trabajo se refleja en los números y en la cantidad de espectáculos que producen al año, su negocio aporta al sector y su manejo no es nuestro problema como si lo es el manejo del sector desde lo público.
La cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad y un elemento primordial en la construcción de país. Son los contratistas del Estado y los Funcionarios Públicos quienes tienen la responsabilidad de orientar el sector, desafortunadamente han plasmado su visión del sector de una manera macro, omitiendo la importancia del contexto local.
La cultura está en las calles, en los municipios, en las casas, en el barrio, no solo existe de la Avenida Caracas hacia arriba. Para quienes no entienden de que hablo, es importante explicar que la ciudad de Bogotá cuenta con varias arterias vehiculares, una de ellas es la Avenida Caracas donde en un sector bastante amplio se gestó Chapinero, una localidad ubicada entre las calles 30 y 100. En esta zona sin lugar a dudas se ha forjó una movida cultural sin precedentes en el país, pero pasamos de la acción a la burocracia y caímos en la tecnocracia liderada por personas que se quedaron viviendo en esa época y esa zona.
Pareciera que en este sector viven quienes tienen el manejo gubernamental de la cultura, y la orientan desde la mirada y las necesidades de un barrio de estrato alto, que se olvida de la esencia cultural nacional y local. Pareciera que estos dirigentes no reconocen que en este país se consume una cultura diferente a la que ellos quieren o desean ver. Ellos están sumergidos en una cultura anglosajona, europea y hasta latinoamericana y desconocen, o quieren desconocer, que el pueblo es el motor latente de nuestra cultura y de nuestra industria cultural, tratan de emular algo que nosotros hacemos desde hace mucho tiempo, generar cultura 24/7.
La diferencia es que nosotros lo hacemos con el alma, con las ganas, con nuestro sabor, y si bien muchas veces no contamos con los recursos suficientes, la precariedad no es un obstáculo pues tenemos la creatividad que solo posee un colombiano.
Que a estos “dirigentes culturales” les guste el vallenato para mamar Old Par y meter perico, la música popular pa’ la cantina, o el reguetonpara follar, es entendible, pero nuestra cultura pasa por esas tendencia y muchísimas mas, solo debemos entender sus dinámicas.
Es importante que nuestros dirigentes culturales empiecen a entender que la cultura no es solo lo que sucede en Chapinero Alto, necesitamos ser vistos con ojos colombianos que piensen en cultura desde lo local, necesitamos dirigentes culturales que piensen en sacar la burocracia de la industria cultural y se erradique la desigualdad que aqueja al sector cultural donde solo se benefician unos pocos.
La cultura de Chapinero significa que los dirigentes desconocen que hay una movida cultural fuera de esa localidad, porque viven en un mundo que los desconecta de la realidad. Los Funcionarios Públicos y Contratistas del sector cultural creen que sin su participación o su aprobación nada sucederá y cuando abandonan sus puestos o terminan sus contratos nos dejan mas jodidos, pero nosotros continuamos. Necesitamos planes congruentes que perduren en el tiempo y que no se acaben dependiendo de quien llegue a ciertos puestos.
Viendo las declaraciones del nuevo Ministro de Cultura, es claro que nada cambia, la cultura seguirá expuesta a esa visión vacía de los dirigentes que olvidan de donde vienen y por quienes trabajan. Ellos están, nos joden, se van y nosotros quedamos, continuamos adelante.
Por: Antonio Naranjo
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